La depresión aguda es la ausencia absoluta de voluntad, tu personalidad, tu carácter e incluso tu ego te han abandonado y tu seguridad se reduce a la de un niño pequeño asustado que no encuentra a su mamá. El alma está inflamada, desnuda e hipersensible a cualquier cosa, atrapada en un ciclo interminable de ansiedad, miedo, angustia, desesperación y profunda tristeza. Desde muy temprana hora el cuerpo ya está agotado de sentir una vulnerabilidad inexplicable – como si en cualquier momento fuera a acontecer la mayor catástrofe del mundo – el estómago está hecho un nudo, no puedes ir al baño, no puedes comer, no puedes entablar una conversación, ni siquiera puedes ver a la gente a los ojos, sigues llorando aunque tus lágrimas del día se hayan terminado, no puedes funcionar. Todos tus miedos vienen a visitarte y toman turnos para perturbarte aún más: el día en que morirás, la muerte de tus seres queridos, el pánico escénico, el miedo a no poder sostenerte a ti o a tu familia financieramente, el miedo a las alturas, etc. Los intentos de positividad o de distraer tu mente con otra cosa son inútiles, y si lo logras por unos minutos la simple sombra que genera una cortina a medio cerrar es suficiente para recordarte todo y volver a comenzar el ciclo. Has perdido el control de ti mismo. Cada minuto del día es lento y pesadísimo, a las 6 de la tarde quieres irte a dormir, no estar consciente es la tregua. Lo que antes te causaba felicidad, como las personas que quieres, te generan aún más tristeza, porque las percibes vacías como objetos y esto frustra el auxilio o refugio que buscas en ellas. No existe más tu autoestima, ni el deseo, tener el boleto ganador de la lotería nacional o periódico viejo da exactamente lo mismo. Todo es vacío, el día, la tarde, la noche, todo a tu alrededor parece un área devastada, nada tiene sentido, la vida ha perdido “esa vida” que antes tenía, estás muerto y eres testigo de ello. “Game Over” has perdido el control de lo único que puedes tener control en esta vida: El control de ti mismo, ¡Que vergüenza! Nadie puede ayudarte y la muerte se convierte en una opción de paz.

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